Que nunca falte inspiración
a las plumas consagradas
y a las plumas nacientes
que nunca nos falte un poniente
ni una aurora ni una luna
ni la mágica fortuna
de cantarle a los trinares
esos versos naturales
que los ángeles regalan
Y que no nos falten alas
para surcar firmamentos
y vencer esos momentos
en que la pluma se agota
porque no encuentra la nota
que dé música al oído
y que jamás haya olvido
para la lira esmerada
aquella curtida de hadas
aquella sembrada de espinos
y aquella que llora los pinos
por su verdor sempiterno
¡Que por Dios se vuelva eterno
este silencio sin llanto!
y también la fiel sonrisa
y la estrepitosa risa
que nos bañe con su adorno.
Y por Dios no falten hornos
al que cuece verso y pan
al que come pan y verso
y al que viaja cual gitano
-su corazón en las manos
su sonrisa en la vereda-
no le den toque de queda
pues el mundo perdería
lo que tiene de poesía.
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